Arte y Espectáculos

Mucho más que rock and roll

Por Leandro Aprile

Algunos seres humanos nacieron para ser grandes. Realmente enormes, mágicos e inolvidables. Sir Paul es, sin dudas, uno de ellos.

James Paul McCartney jamás dejó de ser uno de esos pocos privilegiados, un tipo tocado y acariciado por los dioses del Olimpo. Un músico clásico nacido para brillar y trascender. Un cantante glorioso, una máquina de ejecutar instrumentos a la perfección.

Un fuera de serie, un maestro original y un anormal en muchos sentidos. El máximo compositor del siglo XX, un fino creador de obras maravillosas. Creo que no existe nadie así. Lo que toca lo convierte en oro.

El hombre de las seis décadas de melodías increíbles, un alma repleta de talento y un espíritu muy especial. ¿O espacial? ¿De dónde salió este marciano? Es demasiado, sí.

Un hombre que nunca se permitió traicionarse a sí mismo, lo cual lo hace aún más grandioso. Siempre en la cima, ofreciendo su clase y sus valores. Y nunca da pena, todo lo contrario.

Macca destroza la imbecilidad y a los mediocres de turno. Un ángel con las alas incendiadas, listas para volar. Y jamás se va a caer.

Un salvaje, también. Un niño que creció entre pianos, un padre musical y miles de canciones que cambiarían definitivamente su mente y su modo de enfrentar la vida.

Un Beatle cavernícola en sus comienzos, aullándole a la luna. Tocando y cantando como una bestia, siendo menor de edad, en los bares más putrefactos y peligrosos de la Alemania de post-guerra. Eso es rock and roll.

Por favor, denme siempre al McCartney animal.

Un símbolo de paz en años violentos, tétricos y turbulentos. No hay manera de detenerlo, hagan el intento.

Hoy, con 74 años sobre su espalda, continúa mostrándose como un verdadero ejemplo. Para aplaudir hasta explotar. Sin ninguna careta, sin poses inservibles. Naturaleza pura.

Yesterday sigue siendo la canción más versionada en la historia de la música popular. Mr. Paul la escribió al piano en la habitación de un hotel durante una gira Beatle por Norteamérica. Y todavía no era un hombre, aunque la letra diga lo contrario.

¿Quieren más rock and roll? Hay, claro. Y para todos, sin banderas ridículas.

Tanta genialidad puede resultar confusa para los normales, es comprensible. Sólo queda disfrutar y rendirse a sus pies. Insisto, no existe nadie así.

Un monstruo inquieto y curioso, un genio, un Dios. Demasiado oído ante tanta sordera colectiva.

Y encima le sobra estilo. Una especie de Oscar Wilde en tiempos de celulares, tablets y play stations. Un duque. Un dandy inglés en épocas de una globalización extrema y enfermiza.

Un distinto en todo. Desde el primer día. Un zurdo único e insuperable en un idiota mundo de diestros. Un Maradona, un Messi. Un Mozart posmoderno riéndose de él mismo y de la estupidez que reina en el Planeta Tierra. Maldito Paul.

El Rey es él.

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